lunes, 18 de octubre de 2010

0 PM

No puedo soportar no entenderte. Que mi mente empiece a pensa y suponer cosas es algo que tampoco soporto, pero no puedo evitar hacer.
Un día hace un tiempo, nos ví a los dos juntos y me dí cuenta que las cosas no deberían ser así. Que mi mente estaba demasiado confundida y mi corazón demasiado solo para intentar que pasen inadvertidas tantas situaciones fuera de lo común como las que estábamos viviendo. Esas que, casualmente empiezan a pasar, y pueden terminar bien. Solo que yo sabía que eso no iba a ser así. ¿Como? Porque conocía tus sentimientos hacia otra persona. Quien por más distante y lejana que fuera, te podía, más allá de muchas otras. Yo misma fui testigo muchas veces de ese poder. Y entonces, decidí dar un paso al costado.
Casi sin poder ni notarlo todo se acomodaba nuevamente. Y en ese nuevo orden comencé a ver las cosas con claridad. Y aunque las comparaciones nunca son buenas, comencé a darme cuenta de todo eso que yo quería pero no había logrado despertar en vos. Y resigné, y me dolió. Duele saber que no podés pelear por algo que crees posible. Porque es difícil tirar de la soga y arrastrar una roca tan pesada. Pero lo asumí y así estaban bien las cosas.
Hasta que apareciste. Y hablo de APARECER. Con palabras sinceras y demostraciones breves que despertaron esa sensación de que esta vez, no iba a necesitar una fuerza sobrenatural para arrastrar la roca. Por fin la corriente iba en el mismo sentido en el cual yo nadaba. Y hoy, me encuentro acá, ante otra decepción. Porque no puedo ni siquiera cumplir lo que a mi misma me prometo. Porque me di cuenta otra vez, que aunque quiera hay sentimientos, modos y actitudes que YO nunca voy a poder generar, ni hacerte vivir. Y duele, no sabés como eso duele. Duele porque en esta soledad y después de tanto tiempo, por fin se lo que quiero y casualmente me encuentro asumiendo que no puedo. Y si no puedo quererte no quiero necesitarte.

miércoles, 13 de octubre de 2010

DADÁ

No creo que uno se aferre a lo que le hace mal. Creo que con mayor frecuencia nos aferramos a esos seres, personajes, personajes; a las palabras y actos que vienen con ellos.
No sería correcto hablar por la multitud, pero creo, en general, basándome en la mía y en la casi mía experiencia de mis cercanos, que cuando te aferrás a algo, es porque ese algo, esa cosa insignificante que ocupa un mísero lugar en el mundo te prometió algo. Te dio indicios, señales, palabras, textos, sensaciones. Y en tu mente y tu alma fuiste acumulandolás.
Todo eso que parecía no ser nada, de repente lo es todo. Es toda esa esperanza, eso es lo que significa creer. ¿Que somos acaso sino seres que no pueden estar sin interactuar? Toda esa interacción nos lleva, indefectiblemente, a depositar confianzas, respetos y odios por doquier.
¿Es ese el secreto de la vida? ¿Es eso lo que te dan los años de experiencias? Una lista de sin sabores, o de ¡que sabores! para recordar o querer olvidar para siempre. Punto y aparte.
Me gustaría poder rescatar de cada cosa vivida como un recuerdo que siembre experiencia y tacto para lo que vendrá. Siento , aunque los expertos digan que no es saludable, que poder generar un criterio intuitivo cada vez más cercano a la realidad es mi único objetivo. Esa es la única forma que encuentro para protegerme. ¿De que? De los fantasmas, de los miedos ajenos, de las inseguridades ajenas, de todo eso, que los demás creen poder depositar en mí cual baulera de edificio. ¿Donde queda exactamente el lugar para guardar mis cosas? ¿Que hago con todo eso que me transmiten las miserias de los demás? Todos esos juegos, esas luchas insesantes de no saber que querés, esas barreras, esos gritos ahogados. Todo eso que decís o no, todo eso que querés hacer y te lo guardás.
Descontextualizar, moverse, crear conceptos sobre nosotros mismos y sobre los otros que nada tengan que ver con lo conocido. Sorprender para bien, no callar, creer. ¿Porque si una persona puede hacerlo las demás no? ¿Porque se cree que ocultando, callando, mintiendo se puede llegar más lejos?¿Que va a pasar cuando se encuentren y exploten todos esos sentimientos dentro de uno mismo? No vamos a ser más que pedazos de nosotros, desparramados por ahí, desmembrados, no vamos a poder cosernos, ni salvarnos, ni cuidarnos, ni amarnos, ni siquiera, odiarnos.
Espontaneidad. Eso le falta a este mundo.
DADÁ.