lunes, 26 de septiembre de 2011

Ausente.

Te das cuenta que es ausencia cuando te parece ver a esa persona en todos lados, pero no es.
En ese momento, y en el que decidís agarrar el teléfono y marcar, sabiendo que nadie va a atenderte del otro lado.
Quienes creemos en la vida eterna tenemos la esperanza de volver a ver a nuestros seres queridos que ya no están. Pero fuimos educados de cierta forma que esa esperanza se alimenta de volver a verlo con la misma cara, los mismos gestos... De otra forma nos sería imposible reconocerlo.
Necesitamos ver a esa persona y poder tocarla, sentirla cerca, poder saludarla y sentir que ya nunca más nos vamos a separar.
Pero si todavía estás en el mundo de los vivos nunca sabés cuanto te falta, y nadie nos da una garantía de como es exactamente el lugar a donde vamos, si de verdad vas a encontrarte con esa persona, si los dos van a ir a parar al mismo lugar.
Entonces nos invade una incertidumbre, esa que no sabemos manejar. Ese "Y bueno, me tengo que acostumbrar a que nunca más voy a poder a verl@" Pero cuando caes, cuando caes de lo que realmente significa ese NUNCA MÁS, te queres matar. A veces literalmente (hasta que te das cuenta que no es garantía de nada) y a veces te queres matar porque no entendes por qué hay otras personas que se lo toman de esta otra forma a la que vos nunca te vas a poder acostumbrar: LOS RECUERDOS.

Quizás simplemente hay que dejarlo pasar, hay que aceptarlo y hay que inventarle una buena excusa al corazón, sin razón alguna, para que olvide, para que guarde muy adentro la angustia, la impotencia y la necesidad impetuosa de presencia física que tiene.
Y nada más.
#HeDicho