miércoles, 13 de junio de 2012

Orgullos y prejuicios.

Me estuvieron pasando algunas cosas, escuchando y leyendo, que me hacen pensar en los prejuicios, discriminación e intolerancia que existen, entre nuestro entorno y nuestro mundo cotidiano.

Personas que no admiten darle el asiento a una nena de seis años que va a la escuela porque ya tiene edad para ir parada y porque además es de nacionalidad boliviana.
También sucede que se prejuzga a nuestro alrededor, generalizando llamamos negros, drogadictos, o fisuras a todo el mundo que no se viste o no escucha la música que nosotros escuchamos. 
No podemos ir por la vida, juzgando de "negro" al que tiene unas zapatillas que nos parecen horribles, ni de drogadictos a quien tiene un cinturón de tachas y muchos tatuajes.
Cada persona tiene derecho a vivir su vida como lo desee, probando drogas o escuchando cumbia hasta las cinco de la mañana. Siempre y cuando se respete la libertad ajena. Que es exactamente donde termina la tuya. Mientras yo pueda dormir, pueda viajar tranquila sin escuchar música en altavoces, pueda ir caminando por la calle sin que se me caiga encima ningún borracho, o me intente abusar una persona que está drogada ¿por qué nos metemos con el otro porque vive de una forma distinta a la nuestra? ¿Acaso no predican, hoy muchos más que antes, la aceptación y el respeto mutuo? ¿No es acaso esa la mejor forma de vivir? 
Creo que si todos nos paráramos a pensar en esto, seríamos un poquito más felices. Podríamos hablar objetivamente de los temas que hay que hablar objetivamente.

Con eso quiero decir que tengo claros ejemplos de personas mega tatuadas, personas que probaron más drogas de las que yo supe que existían, personas que hicieron cosas locas increíbles sin haber tomado ningún estupefaciente, personas que no toman, ni fuman, y respetan a sus amigos que sí lo hacen, personas que fuman marihuana a diario y no por eso dejan de ser inteligentes y trabajadores, personas que escuchan cumbia y no son ladrones ni van con el altavoz del celular molestando a nadie en sus viajes en colectivo, personas adineradas que pagan sus impuestos. Personas, amigos, conocidos, compañeros de facultad, de trabajo, de la vida.
Personas, con principios y educación sobre el respeto de la libertades de los otros. Generosas, amables, de distintas religiones o ateos, profesionales y no, e imperfectas.
En este mundo, que nadie sabe si es el verdadero ni el único, todos tenemos defectos, virtudes y diferencias. Esas diferencias hacen que podamos compartir y aprender de los demás. Y esto quizás suene cursi, armado por una especie de filosofía pacífica, pero me parece que estamos cada vez más "juzgadores". 

Siempre va a existir el irrespetuoso, el maleducado, el ladrón, el que abusa de las libertades de la democracia, el que abusa de los planes sociales, el que pasa sin pagar el boleto porque "sí", el traicionero, el mal amigo, el infiel, el desleal, el egoísta. Pero eso no lo determina ni la forma de vestirse, ni la plata, ni la música que escuchan.

Puedo compartir, o no compartir tu forma de vivir la vida, pero vamos a llevarnos bien, siempre y cuando no vengas a predicarme y a ordenarme cómo tiene que ser la mía.
Podemos aconsejar, respetando y adaptándonos a lo que el otro necesita. 
Eso, tratar de vivir mejor, más tranquilos. Preocupándonos y ocupándonos de los problemas que de verdad son PROBLEMAS. Y que no voy a enumerar en esta publicación porque sería irme de tema.

Y como diría el hashtag de twitter #listolodije.