sábado, 31 de julio de 2010

YOU

No te das una maldita idea de cuan enorme es la cantidad de cariño que me invade cuando pienso en vos. En definitiva creo que no podés entender, aunque deseo cada día mas fervientemente que lo hagas, cuanto te quiero. Y cuan puro es este sentimiento. Sin dobles intenciones, sin tapujos, sin anomalías, sin nada. Puramente mío, único e irrepetible.

jueves, 15 de julio de 2010

CORTÁZAR.

INSTANTE ETERNO Lleno de bocas esta el mundo. Bocas audaces y osadas, bocas tímidas y depresivas. La boca de la bombonera, y el Club Atlético Boca Jrs. La tuya, la mía y la de él. Él dice “esta boca es mía” y se me hace inevitable tomarla prestada de vez en cuando. Como si fuera cierto me sumerjo un instante en esa fotografía de tus labios y pienso; se me entremezclan las realidades y sueño. Y aunque difícilmente te encuentre cuando el instante pase, tu expresión “esta boca es mía”, se vuelve imprecisa. Ya no es tuya, ni mía, ya no se parece a esa clara impresión de tus labios que guardo en una caja y miro fijamente tantas veces sin poder creer que existen. Te miro, siento que te miro, creo mirarte. Ya no distingo, ya no hay un océano de distancia y mis manos te pueden tocar. Las comisuras que aparecen en tus mejillas me cuentan que estás sonriendo, me estás sonriendo. Y sumergida en un mar de ensueño me pregunto si me atrevería a que me hagas propia una impresión de esos labios. Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Ahora me pides que te acompañe (mientras susurras en mi oído esa canción) hacia esa pasión que compartes conmigo, esa que forma parte de tu historia, que es más larga que la mía. Y de nuestros labios salen esos cánticos para alentar a nuestro equipo querido. Y nuestras voces son una sola y los sonidos se mezclan en el aire. No hay tiempo, ni espacio, todo transcurre en un sin saber de lugares fantásticos, donde sólo nosotros podemos vernos, donde todo nuestro alrededor es borroso, difuso, sólo logro ver aquello que quiero ver, como si mi vista se hubiera propuesto quitar todo lo innecesario del camino. Y así, al compás de las canciones, de dieguitos, mafaldas y gloriosas número doce aprovecho el instante eterno, creo recorrer todo tu cuerpo, llevas un traje gris y un pañuelo con los colores del Atlético Madrid. Debajo del traje se asoma una camiseta que ahora sí resulta serme familiar, y sonrío contigo y los cánticos se hacen escuchar cada vez más fuertes, más claros, es euforia y alegría, nuestro equipo ha ganado. Quiero pellizcarme, sé que podría intentar vivir un instante como este un si fin de veces más, pero no lo lograría. Por primera vez mi imaginación fue más allá y me miras, me tocas y escucho tu voz nítida y clara. Y yo que creía saber tanto de ti, ahora sólo sé que tú tienes que decir muchas cosas que quiero escuchar. Sin saber porque, terminas cantándome tus canciones, con esas respuestas que siempre quise oír. Porque casualmente cada interrogante es revelado en ellas, porque no hay nada que estés dispuesto a responder y ya no lo hayas hecho de uno u otro modo. Y me culpo por no haber leído entre líneas, y por no haberme interesado en los simples detalles. Porque en tus rimas, en tus citas, en tus sonetos y en tus diálogos, dices mucho más de lo que pareces decir, porque tu boca es una boca especial, que por eso es solo tuya, esperando que unos pocos puedan entender esa subjetividad, esa picardía tan intencional que hay en cada una de tus palabras. Y poco a poco comienzo a ver a mí alrededor esas cosas innecesarias que mi vista de repente comienza a poner enfrente de mí, otra vez. Te veo borroso y ya no distingo tu traje gris. Antes de que te disipes por completo me tomas de la mano y me dices “que viva el Atlético Madrid, para la próxima ya sabes eh, tú eliges, pero a la cancha de Boca volvemos a ir”. Sin poder decir nada, trato de distinguir tus ojos, me enfoco en tu mirada, cómo sabiendo que llega el final, y que ese instante eterno se esfumaba y yo volvía a esta, la mía, mi realidad.Dónde a un océano de distancia, me conformo con oírte cantar... Una vez más.